Mi bisabuelo
Mi tía abuela prometió en ese mes de Marzo de 1937, en su casa de Valladolid, que nunca los perdonaría. Es más, rezó un Padrenuestro para no perdonarlos. Ella sabe de memoria las dos últimas cartas que su padre le escribió desde los calabozos y las recita emocionada, se emociona pocas veces pero esta es una buena ocasión para hacerlo.
Se las cuenta a su sobrino-nieto que ha decidido que la memoria de su bisabuelo merecía un recuerdo de honor. Le cuenta que su padre era un hombre cristiano, como los son sus hijos, y que como cristiano les pidió que perdonasen, en esas cartas se lo decía; pero ella no ha podido, no ha querido.
Mi abuela también ha sufrido pero los recuerdos la emocionan con menos cólera, aunque con parecida indignación. Ella tuvo que convivir con los asesinos de su padre, o con los que pensaban como ellos, en su trabajo y en su vida cotidiana. Avisa con ternura a su nieto que tenga cuidado, que el "ponente" de la sentencia de su padre ya ha muerto, pero quedan sus hijos. Le cuenta como ella y su madre fueron a pedir piedad cristiana a la mujer del jurista y ella les dijo con su dignidad de clase alta y criminal que su marido había estudiado mucho para tomar decisiones de ese calibre.
Ni mi abuela, ni mi tía estudiaron tanto, pero sabían como su madre, que aquel señor no podía condenar a muerte a mi bisabuelo porque el fiscal de su caso había pedido "sólo" treinta años de pena.
Se cumplen setenta años de aquel asesinato "legal" el próximo 9 de Marzo de 2007. Es de justicia que el Estado español pida perdón a los injustamente condenados (el crimen de mi bisabuelo era ser miembro de la UGT) y anule los juicios y su valor. Si no lo hace será cómplice de la indignidad.
Firmado: Raúl Soto Esteban
Y lo cuelga aquí porque yo pienso lo mismo que el.
Trentoirredento.
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