Íbamos por
la mañana al entreno y al partido por la tarde, nos conocía el staff técnico,
los guardias jurados... El MVP del mundial con una voz
serena y tranquila, (serbios de sangre caliente que licúan horchata cuando el
partido quema) me daba las gracias todos los días.
7 de Sep. Partido
contra Grecia y el corazón casi dividido. Tengo las dos camisetas y dudas en
casa sobre cual ponerme. Amo más a
Grecia pero esto es Kosarka… Y en esto, hay un equipo que ocupa mi corazón por
encima del resto. Desde hace mucho tiempo. Muchos años. Desde que tengo uso de
razón, no me pregunten porqué. No confío en ellos, pero son mi equipo. Bogdan
Bogdanovic (21 puntos), Raduljica (16 puntos), Milos Teodosic (13 puntos, 5
asistencias). Han dado la sorpresa, perdieron en la primera fase pero han
barrido a Hellas hoy. Parece que he acertado con la camiseta.
Aunque llevo ya varios partidos, empieza el
mundial de verdad, comienza lo bueno y parece que el poeta, el hombre por el
que me he sacado el abono ha venido concentrado al mundial, o al menos se ha
enchufado en la fase final aquí en mi casa, en el palacio de los deportes. Los
jugadores se acercan a la valla que nos separa de ellos en la acera de enfrente
de Jorge Juan. Los serbios parecen el estudiantes, antes del autocar compadrean
con su gente. Para rematar, recibo la visita de Edu y paso un rato estupendo en su compañia.
10 de Sep.
Ahora ya casi no hay esperanza. Los pívots NBA brasucas han jubilado la clase
de argentina. Además la línea exterior es tan mortífera como su juego interior.
Marquinhos Vieira y Marcelinho no son precisamente gente inexperta. Ultimo día
que me pongo la camiseta Orlovi, pienso. Splitter, Hilario y Varejao, en
contra de lo exhibido hasta ahora parecen unos niños inexpertos en manos de Bjelica,
Raduljica y Krstic. Neto no sorprende como lo hizo contra Argentina, Barbosa no
está enchufado…
Son los cuartos de final de un mundial y el general del parquet ha decidido
callar bocas en este mundial por la vía de los hechos. Puede que no haya estado
inspirado en las últimas F4 con su club, pero esto es otra cosa. Milos Teodosic
(23 puntos + 4 asistencias) está regalando en Madrid un clinic de como se juega a
esto. Y esto es una competición entre países
y el suyo, aunque fue destrozado, bombardeado, dividido y humillado es el único
que conserva el ADN que hizo grande a Yugoslavia. Es el único que mantiene vivo
aquel espíritu invencible que tenían “Los chicos que vienen de los Balcanes”,
es el único donde el baloncesto es algo más que un deporte. Y despues de un año
donde las inundaciones y las catástrofes naturales se han cebado con esa tierra,
los otrora plavis han sido aleccionados
a la antigua por un calvo que lo sabe todo de ganar. Y que le da igual hacerlo
en Madrid que en Barcelona, a falta de un minuto o con el reloj a un segundo. Se
llama Alexander Djorjevic.
Jolgorio en la calle y botellines entre “Ja te voli Serbia” y los nombres
de los jugadores que van subiendo al bus. Bogdan Bogdanovic, se parte de risa y
me lanza una muñequera mientras le grito “Bogdan God-danoviiiic”. Uno de ellos incluso
cruza la calle antes de subir y viene a darme un abrazo. “Thanks for your support,
friend” me dice el héroe del partido Milos Teodosic ante la incredulidad general.
12 de Sep. El día antes fuimos Helena y yo a ver a los jugadores tras el
entreno, como casi todos los días. Nuestro chasco fue que al acercarnos al
autocar, este no llevaba al banderín de Serbia delante, si no una banderita con
los mismos colores solo que en sentido vertical. Nos dicen que llevan una hora
dentro y que tienen que estar al salir, con lo que decidimos quedarnos por si
vienen ahora los nuestros. En la puerta de salida de Jorge Juan, sin policía ni
cordones cuando entrenan es fácil conseguir firmas y fotos de los jugadores.
Salen los franceses que miran raro a un tipo con una camiseta de Serbia y un
carrito de niño. Helena ya no aguantaba más sentada y se dedica a correr por la
acera. Cojo a Helena y en eso se me acerca un gigante negro que me quita a la
niña de los brazos con una sonrisa de oreja a oreja. Es Boris Diaw, el campeón
de la NBA que se ha merendado a los pívots españoles prácticamente solo hace un
día. Le planta dos besos a Helena y se sube al autocar.
La euforia de las victorias plavis hace que pase desapercibida rápidamente,
el pesimismo con el que yo afrontaba los partidos en la previa. En este es
diferente. Francia ha eliminado de forma brillante a una España predestinada a
jugar la final del campeonato, con todas sus figuras. Francia es la gran
favorita entonces. Pero recurriendo una vez más al tópico… Estos chicos vienen
de los Balcanes y todos sabemos lo que eso significa.
Luis se ha apuntado a la fiesta y para celebrarlo nos bajamos a tribuna a
ver el partido sin problema. Un cuadro ver entre gabachos a dos españoles,
vestidos con camisetas de Serbia, cantando La Marsellesa con la mano en el
corazón a voz en grito. (También la canté contra España por supuesto, y me
senté cuando empezó el lololo, loooolooo)
Teodosic (24 puntos, 5 asistencias), Markovic (13), Bogdanovic (13),
Raduljica (11) y Krstic (11)
Stefan Markovic sube la bola para descargar a Teo y este ejecuta. Serbia
barre a Francia en una primera parte prodigiosa de juego, que te hace
pellizcarte para creerte que estas allí en directo viendo este partidazo. Batum
y la France tocan arrebato en la segunda parte con un intercambio brutal de
canastas y aciertos, en proporción de 3 a 1 para Francia. Entre Nemanja y
Bogdanovic, van sumando. Teo ejecuta un triple con el agua al cuello y al final
la sangre fría orlovi se impone. Teodosic fue el líder absoluto de una
selección que hace historia al regresar 12 años después a una final mundialista.
Los jugadores serbios lo celebran en la pista y una hora después en la
calle con todos sus aficionados. La afición corea entre risas y acento
yugoslavo “Orenga dimisión, Orenga dimisión”. Los incondicionales de siempre
aguantamos hasta la madrugada a que salga el héroe del partido y verdadero MVP
de la competición. Le pregunto a mi amiga la traductora del equipo y me dice
que Teo tiene que pasar control anti-doping. Dejan Bodiroga viene al verme con una camiseta con su nombre y el 4. Firma y abrazo. Conversación en castellano, que alivio...
Son las 2 de la mañana y durante la espera allí en la calle, varias
televisiones serbias conectan en directo para comentar la machada del equipo de
su país. Un tipo incluso me pone de extra en una conexión al enterarse de que
soy español y voy con su equipo. El tipo hablando y yo con mi camiseta y un
peloti en la mano haciendo muecas con la cara mientras él hablaba. Supongo que
esa noche fui la risión de todo Belgrado. Sale Milos y al verme me pega un
abrazo como todos los días. “Thank you Man”.
Se ha acabado mi mundial. Se ha terminado mi abono que no incluía entrada
para la final. No podía haber salido mejor. Mi equipo y mi jugador hasta la
final realizando ante mis ojos exhibiciones diarias. Fotos con Teodosic,
camisetas firmadas. Gin Tonic y amistad con tipos que viven a 3000 km de mi
casa y que no volveré a ver seguramente en mi vida. El mundial de baloncesto a
4 paradas de Metro de mi casa.
CODA
13 de Sep
No he podido dormir. Se me acaba el mundial que ha sido sin planear unas
vacaciones de ensueño. Me levanto y doy
vueltas por el salón. Creo que me acercaré a ver la final a un bar de Jorge
Juan. Se levanta Silvia. Me saca una entrada para la final. “Después de llegar
hasta aquí, no te vas a perder el partido más importante”. Por algo eliges con
quien compartir tu vida… ¿No?
14 de Sep
Serbia está en la final contra USA. Gritos de “puta iuesei, puta iuesei” a
la llegada de los americanos en una extraña mezcla de español cheli e ingles de
la parroquia serbia. Pero es que los serbios, esos latinos del sur de centro Europa,
son lo más parecido a la Demencia del estu que he visto nunca. “Vamos a la
playa” es otro de sus hits en la acera de Jorge Juan. Me saludo de lejos con
Vladimir Sibinovic que días atrás me regalo una agenda con todos los jugadores
y staff de la selección. Me levanta el puño desde la puerta y me acerco a darla
un abrazo y las gracias por todo. Ahora le recuerdo haciendo señales a Silvia
de que no corriera con Helena en brazos cuando yo la llamaba para que hiciera
de traductora en una profunda conversación con Teo. Qué buena persona Sibinovic.
El partido no tiene historia. El equipo serbio estuvo por lo visto
celebrando el pase a la final en una disco de Madrid, y al día siguiente en el Bernabéu
a ver ganar al Atleti.
Serbia da muestras de su personalidad y fantasía en el 1º cuarto, pero el
partido dura hasta que Mike Krzyzewski pide tiempo y ajusta la defensa. Súmenle
que a los americanos les entra absolutamente todo. No hay final.
Me bajo detrás del banquillo serbio cuando falta un minuto, Vlado Divac
aparece para la entrega de medallas. Le grito que es un dios y Vlado estira su
largo brazo para chocarme la mano. También le grito al rey Felipe VI una
recomendación que no viene a cuento citar. Salimos a la calle a la fiesta final y a la
despedida de los jugadores de Serbia. Uno por uno, todos vienen a la valla saltándose
el cordón policial. Me despido de Milos Teodosic y de Bogdan Bogdanovic con
abrazos. Quien sabe cuando volveré a vivir otra como esta. Quizás en la F4 del
año que viene en Madrid. Ojalá que lleguen el CSKA y el Fenerbache. El autocar
de Serbia enfila hacia O´Donell. El mundial se ha terminado, pero las tardes de
baloncesto que he visto las guardare para siempre en mi memoria.