18.8.12

Dušan "Duda" Ivković, se caga en dios y tira la pizarra a tomar por culo


... mientras reparte estopa entre los otrora Plavi.

"Mostrad un poquito de orgullo, un poquito de profesionalidad", empieza su arenga Ivkovic, con un tono pausado, durante un tiempo muerto.

De repente, se pone a gritar, a gesticular y acaba estampando la pizarra contra el suelo.

El blanco de sus críticas son Nemanja Nedovic (dorsal 22), Vladimir Stimac (23), Milenko Tepic (5), Milan Macvan (15) y Vladimir Lucic (24). El quinteto de ese momento.

Todos ellos están con la cabeza gacha, mirando al sueldo arrepentidos o fijándose en un punto del infinito. Ninguno se atreve a abrir la boca.

Tras unos segundos de reproches colectivos, Ivkovic coge la pizarra y le da una instrucción directa a Macvan. Luego al resto.

Suena la bocina y los jugadores salen corriendo hacia el parqué, en busca de auxilio...

13.8.12

Parecía no llegar nunca




...Tuve que enloquecer para amarte, Tuve que dejar caer todo, Tuve que convertirme en personas que odiaba, Tuve que ser un completo don nadie...

5.8.12

Ponme la mano aqui Macorina

Lila Downs acaba de heredar el trono indiscutible de la música popular mexicana, y quizás de la música en castellano. Decía Monsiváis que ponerle apellido a José Alfredo y a Chavela denotaba falta de confianza y además era una falta de respeto. La charra universal del hígado de hierro ya ha cogido las riendas camino a las estrellas y se ha marchado a festejar con José Alfredo, con Frida y con Diego.

La viejita del poncho rojo, la de la ranchera austera sin violín y sin trompeta, la de la canción que te entra como un tequilazo seco directo al alma se marcha como chamana sin miedo a la muerte, habiendo exprimido como nadie la vida. Decía que se había mamao 45.000 litros de alcohol y quizás no exageraba.

Hará unos diez años que la vi en el Albeniz y que empecé a comprender que el mejor letrista que tenia la música en español no era Serrat, ni Sabina, ni Silvio, ni Fito, ni mucho menos ningún rockero cursi. Lo mejor que se había escrito en nuestro idioma lo había escrito un borracho analfabeto musicalmente, que se iba de farra dejando a su mujer en casa para cerrar el Tenampa con Isabel (para mi junto a don Carlos, oiga). Luego cuando murió este hombre, Chavela Vargas le veló el cadáver a pie de ataúd pipándose dos botellas de tequila. Los asistentes al duelo la quisieron echar de allí por borracha indecorosa. Fue la propia mujer de José Alfredo, la mujer que tantas veces se había quedado sola mientras su marido salía con la tomadora, la que ordeno que la dejaran estar y no la molestaran. Era el mejor amigo de su marido la que lloraba y cantaba bajito rancheras, mientras besaba la caja y la botella.

Al día siguiente de aquel concierto, llegue exultante a una tertulia que teníamos unos cuantos amigos aficionados a la música. Había visto algo único. Una viejita muy poquita cosa sacaba un chorro de voz con ochenta y tantos años que hacía que te saltaran las lagrimas. Ya quisieran otros cantantes a los que doblaba la edad cantar así. No me hicieron mucho caso, pero ellos no tuvieron la suerte y el privilegio de verla cantar. Yo tampoco voy a tener la fortuna de ver cantar a Ryan Adams para estar “in” en una tertulia. Qué pena.

En estos tiempos de ignominia donde la verdad, donde lo bello se retracta de existir y de mostrarse, se marcha del mundo una cantante, una mujer cuyo mito va muchísimo más allá de su simple voz para las canciones. Se acaba un tiempo de arte grandísimo en el que hemos tenido la suerte de tenerla. Y también es fortuna pensar y sentir en español (esta vez no diré castellano) para escuchar y cantar esas canciones. Para entenderlas con un chispi en la mano y una lagrima en los ojos.

Se cayó y se levanto muchas veces y eso es mito, y más que levantarse casi se puede decir que resucitara. Y una de esas resurrecciones, (de las de verdad, no de esas en las que se nos canta un Can´t Wait inspiradito y meamos colonia) quizás la más importante y definitiva, se dio en nuestro país y se debe a Pedro Almodóvar. Solo por redescubrírsela a mucha gente, Almodóvar es más importante que por sus películas.

No tengo muchos discos. No tengo ediciones especiales, ni cajas numeradas. No tengo vinilos de 180 gramos, ni set list firmados. Toda su música, todas sus canciones que son cultura popular común de un continente sentimental enorme, las llevo en el pen drive de la memoria, conectado directamente al corazón. Úsenlas ustedes si las llevan o las conocen a conveniencia, con mesura. O mejor con desmesura que es como hay que cantarlas y sentirlas si se cantan como hay que cantarlas y si se sienten como hay que sentirlas. Valen para un abandono y para una perdida, pero también para una fiesta y para el nacimiento de Berta Kuratti Velamazán. Para festejarlo a lo grande como yo lo festejo ahora mismo. Porque así es la vida. Canciones y sentimientos. O al menos la mía. Adiós Chavela. Hola Berta. Amanecí otra vez entre tus brazos…