21.12.09

Los muertos

Mis padres estaban afiliados a Unión Previsora, una entidad dedicada a tramitar el paseo eterno sin que el finado y sus deudos tengan que molestarse más allá de decidir si quieren venerar polvo o huesos, en todo caso polvo al fin y al cabo. “Serán ceniza más tendrán sentido…”, puse yo en la lápida de mis padres. El eterno pago (desde que tengo uso de razón) de ese seguro, ya digo que me facilitó muchísimo las cosa, pero también me ocasionó un problema a un corto plazo que llegó el mes siguiente de la defunción paterna. El caso es que heredé el seguro y ahora, religiosamente, viene el cobrador cada dos o tres meses a casa a llevarse, sin rechistar, hoy mismo, 53 lulos.
El cobrador me llama antes para fijar una cita y que no le pase como en los primeros meses, que el hombre llegaba a casa y yo no tenía cash, como diría Carmen Lomana, diosa donde las haya del inframundo utilizando una expresión de la redacción de Mujer hoy. El problema es que el señor venía por casa y nunca me pillaba con dinero o yo no estaba o lo que fuera. Por eso, y porque además ya era conocido mío, decidimos que me llamara al móvil para quedar y que además, para no venir todos los meses a cobrarme 13 euros, espaciaríamos las citas para no estar encima mío siempre.

El resultado es que ahora me llama, me obliga a sacar dinero del cajero y viene a casa y se lleva una pasta. Inmediatamente después de irse a mí me entran unos ataques de ira que hacen a la Frida esconderse hasta que escampe. Me falto en mí ser, falto al ser supremo e increpo mi capacidad de juicio y todo lo que se menea. Inmediatamente después decido darme de baja de la mutua, cosa que nunca acabo cumpliendo y que olvido hasta dentro de tres meses que vuelve a llamarme el tipo al móvil. Proceso que termina cuando el cobrador vuelve a casa y yo le suelto un dinero que veo que se esfuma sin beneficio terrenal alguno.

Cuando mis padres vivían todo esto tenía sentido, y desgraciadamente lo tuvo, y me facilitó mucho las cosas. Pero para mí… ¿A mí que más me dará que me lleven o me pongan donde quieran?

Por eso he escrito este post. Para contar con ustedes. ¿Si dejo de pagar los muertos, podré contar con ustedes en el día definitivo? Yo lo veo simple.
Si casco en un hospital, puede ser más complicado, pero se podrá solucionar igual. Me meten en un coche y salimos corriendo de allí a un descampado en cualquier carretera y con leña y carbón, a hacer el viaje perpetuo como una tea.

Si fino en casa, todo sería mucho más fácil. Tranquilamente se llaman ustedes unos a otros y en un coche… también rumbo al descampado. A crepitar en busca de Caronte. Yo me imagino esta ceremonia báquica con todos ustedes bebiendo y celebrando alrededor de las llamas. Dando vueltas a la hoguera y cantando…”Look out kid
You're gonna get hit But users, cheaters, Six-time losers, Hang around the theatres, Girl by the whirlpool, Lookin' for a new fool, Don't follow leaders, Watch the parkin' meteeeeers”.

Eso sería lo que pudiéramos hacer el día que falte. Luego una vez las ascuas extinguidas… Me portarían ustedes varios, a La Riviera en sus bolsillos y aunque tocase Miguel Bosé me irían echando al suelo, mezclándose mi ser entre el gentío.

Si no puede ser a La Riviera, podíamos intentarlo en el Palacio de los Deportes, en las tascas de Ponzano, en La Latina, o en cualquier sitio lo suficientemente alejado de Calpower.

Después están ustedes invitados a mi casa y respetando a mi viuda, pueden repartirse booltles y demás morralla, dejando siempre elegir a don Sanders García, a don Antonio Kuratti y a don Luís Ponce Segura.

Si puedo contar con ustedes me lo hacen saber y la próxima vez que me llame el tío de los muertos, le mando al carajo. ¿Vale?

2.12.09

Y este pollo. Que dice lo que yo pienso y digo rompiendo el cesto de las chufas... El lo dice con gracia.

Si. Ya solo escribo en mi blog de poesía.

¿Porque?


Porque soy un poeta.

Sin embargo, hoy os deleito con esta foto.


Los curas. Esos grandes...