30.11.13

Pictures 7



 Creo recordar y hablo de memoria (los expertos me corrijan) que una imagen parecida a esta, no se daba desde aproximadamente el 1996. Dylan al final del concierto acercándose a las primeras filas a chocar las manos. Supongo que aburro ya refiriendo la expresión “Born Again” cada vez que veo a Bob Dylan. Es como lo de dejarme su célebre bigote unos días después de haberle visto. Mi Helena me mira raro y lo quiere coger, y sus madre le dice “Papa, que se queda gilipollas siempre unos días cuando viene de ver a Bob Dylan”. Aún a riesgo de aburrirles y de abusar una vez más, voy a calificar este 2013 como de un NUEVO RENACIMIENTO en la carrera de Dylan.

La gira más importante, arriesgada y vistosa desde el 2005 para mí. Porque después de un transitar sin riesgos más allá de presentar discos en el 2006- 2009, Dylan se aprieta las tuercas en el 2009-10-11 y vuelve a sorprender en este año que acaba. Vuelve a asombrar y a emocionar ojo, porque innovar no ha dejado de hacerlo nunca, ni en esos aburridos años. En el 2006 cambia el sonido de su banda sustituyendo el piano por el órgano, en el 2007 vuelve a incorporar la guitarra en pequeñas dosis, en el 2008 regresa prácticamente estático al órgano, regresa la guitarra en el 2009, y en el 2010 refuerza arreglos y potencia de la banda alternando ambos instrumentos. En el 2012 se descuelga dirigiendo a los músicos desde un piano de cola en el escenario. En la gira de este año se ha mantenido en el piano, pero lo ha alternado con interpretaciones en el centro del escenario a solas con la armónica dando lecturas de sus canciones de una profundidad y emoción sin precedentes en los últimos siete u ocho años. De ahí lo especial del reciente tour, su importancia.

Sin duda ha tenido que ver la bendita rigidez de un set ensayado al milímetro que definitivamente ha sido la gran novedad. Una novedad que no se repetía desde 78, el 80, el 93, el 94… Por primera vez en muchos años Dylan se ha ceñido a lo que se entiende por presentación canoníca de un disco, y ese disco ha ganado con esta revisión exhaustiva, lo que no ganaron obras mayores como Oh Mercy, o Time Out Of Mind. Con siete canciones apareciendo en el concierto, Tempest ha multiplicado su carácter a fuerza de ser elevado bajo los focos con una precisión y vehemencia que no se veía desde la época religiosa. Súmenle dos salidas de tono marca de la casa. Dos improvisaciones fuera de guión que como dice Tony Kuratti, no hay músico popular en el mundo de los vivos que se pueda permitir hacer de esa manera. Hablo claro de las dos noche romanas que equivocaron a muchos, destapando a los garrulos que prefieren ver lo de siempre a las obras superiores que Dylan estaba en esos momentos paseando por Europa. Estos dos conciertos no dejan de tener su importancia, no por la variedad como escriben en foros de mirarse el ombligo, sino por la calidad de las interpretaciones en las que nadie parece reparar. Un Like A Rolling Stone de cuatro estrofas no se escucha todos los días, lo mezcladas y equivocadas que se quiera, y el regreso del arreglo original de Positively 4th Street que no se escuchaba desde el 94 si no me equivoco. Súmenle otras cuantas joyas repartidas en los dos shows y tendrán el chasco de todos los que creen que en Londres siempre toca la lotería. ¿O no? ¿O no habíamos quedado en que la verdadera suerte en esta gira ha sido poder asistir a los shows donde Dylan ha interpretado como no lo hacía desde el 80 su repertorio fijo?

Sea como fuere ahí esta él. De una sensibilidad prohibida en estos oscuros tiempos. De una fragilidad en la voz acorde con sus 72. De una austeridad en sus conciertos que asusta. De una capacidad de trasmitir inigualable para cualquier artista contemporáneo. No hace mucho se escuchaban voces pidiendo su retirada, se debatía en foros sobre la misma. A día de hoy. ¿Quien se quiere privar de ver un Dylan como este?



 

14.11.13

Me gustaría no ver dos veces el mismo sitio

Me gustaría no ver dos veces el mismo sitio. Acercarme andando a la estación. Me gustan las estaciones de tren. Miles de despedidas y de besos. Hasta siempre-nunca-puede- te llamo- adiós-adiós-adiós. Cruce en doble E, ese tren de Duquesne andando día y noche. El tren vuelve a silbar, llega la hora y suena con la cadencia de un bypass. Sigo creyendo que no me mentiste. Sigo yendo a la estación cada día. Cambian las estaciones y el sol muda sus colores en los tragaluces. Me gustaría no ver dos veces el mismo sitio. Apearme al final del recorrido, no saber donde estoy hasta ver el idioma. Aún sueño con el Orient Expres. Paris-Constantinopla o 19 de mayo de 1977. Abrazar no dar la mano. Besar y no abrazar. Vamos al coche-cafetería. Trenes, asignatura troncal de la carrera, juramento hipocrático del adiós. Rutina estructura de la vida. Orden-nomina-recibo. Colina-Mithos-Biblioteca de Adriano. Presagio-atavismo-razón. Malas cartas he recibido, pero voy a jugar esta mano te guste o no. Me gustaría no ver dos veces el mismo sitio. Escarbé con las manos, no hace mucho tiempo yo conducía mi vida. Cuando estás conmigo soy mil veces más feliz de lo que hubiera soñado nunca, que más me da el precio a pagar. ¿Quién no ha vuelto al rincón en el que fue? Te has llevado todas mis excepciones, a veces pienso no moverme más. No soy un tipo que busque problemas, aunque a veces tendría que pensar dos segundos más. Bonita tarde caballero, metido en este lodazal. Tendrías que darme todo lo que tienes, para que valiera la pena. Algún día te hare sentir la distancia, entre tus pies y el suelo. Hay cosas que van de mal en peor y cualquier cosa puede echarse de menos. Las traviesas no paran nunca, parecen infinitas. La luna se refleja en el cristal y este tren no quiere llegar nunca. Se lleva a sus vagones a rincones especiales. A lugares que tú y yo nos merecemos. Por eso me voy a viajar contigo.