13.7.15

De gira (2)



Bueno otra vez ha llegado la mañana, otra vez a trabajar, currando como un perro por unos cuartos. Y le viejo sol sigue sin preocupaciones brillando y girando todo el día. … Enséñame el río, ayúdame a cruzarlo. Lávame, llévate mis problemas. Y como ese sol, sólo déjame estar,  sin preocuparme, brillando todo el día.

En el Dylanismo español existe un Ptolomeo que gestiona una colección parecida a la de la biblioteca de Alejandría para los fans. Se llama Marcos Placer y es el poseedor de la mayor colección de conciertos de Dylan en España seguro, casi seguro que en Europa y quizás incluso que supere a los coleccionistas de USA. Marcos es un tipo generoso al que solo tienes que insinuarle la fecha del concierto que quieras para que te la ponga en casa sin cobrar gastos, cds, tiempo ni sellos. Eso sí, el te dirá que lo que le pides es muy difícil, y que no circula primero. Luego que circula pero entre los cuatro bedeles de la biblioteca de Alejandría como él. Después de eso te dirá, “venga que le vamos a hacer, a ver qué voy a hacer contigo” y te los mandara. Él te hace sentir elegido y especial. Te dice que porque eres tú y te hace jurar en arameo que NUNCA NUNCA pasarás ese material a nadie. Pero todos sabemos que aunque fueras un recien llegado a la causa o un desconocido y le pidieras un show a Marcos Placer, él haría lo posible por conseguírtelo y ponerlo en tu casa sin cobrarte nada. (Bueno si es una verdadera fecha rara, quizás no te la pase si no le conoces de nada)

Recojo a Tony Kuratti en Atocha y no recojo a Luis Sotillos en Atocha porque a pesar de que me hace mover Roma con Santiago la tarde y la noche anterior, ahora parece que no viene. Le habíamos conseguido una cama para esa noche en Donosti y una entrada de 86 euros por la patilla pero parece que Luis ha descubierto que si te acuestas a las tantas de la noche probablemente tengas mucho sueño por la mañana y te cueste levantarte. Y no sé porque razón, Luis mezcla su sueño con mi viaje a San Sebastián al que se apunta solo y se baja solo después de ponérselo en bandeja, sin más explicación que su confuso sueño y el dinero que no se iba a gastar.

Pasadas las doce decidimos parar a tomar una coca y estirar las piernas. La entrada en un suculento bar de carretera hace que convirtamos una simple parada técnica en un Brunch por todo lo alto. Tortilla, torreznos y morcilla de Burgos van apareciendo delante de nosotros que vamos improvisando a medida que comemos con los ojos. Después de un desayuno que parece una comida le cuento a Kuratti mi deseo de ser vegano, con dos cojones. Empezamos a pensar en el show al que vamos y a hablar de las sensaciones cuando Kuratti me comenta en el bar que quizás el cambio oscile en la canción nueva que interpreta al borde del descanso, y que con suerte quizás pudiéramos ver "That Lucky Old Sun".

El paisaje se torna verde y mi Hyundai accent viejito se porta como un campeón. Decidimos entrar por la autopista que no es de peaje y el navegador no engaña a estos viejos zorros. Seguimos el curso del Urumea y aparcamos en el Gross cerca de las tres. Cruzamos el puente y entramos en el casco viejo, previa miradas y comentarios al uso al María Cristina. “Soy Amparito Larrea” nos dice la patrona mientas sus manos se deslizan sin ningún pudor por mi pecho, mis hombros, mi cara… Logramos zafarnos de Amparitxu con más dificultad que Futre de Górriz y ponemos el pie en la parte vieja con Sanders y Sol que nos esperaban. 

Comer en SS de pintxos es una tradición y un sablazo para los que pagar 10 euros por un pincho nos parece caro, pero 90 por una entrada nos parece barato. Pasamos el rato entre sidras y risas, recontando a los amigos y a los enemigos que nos vamos a encontrar esta noche aquí. Coincidimos en varios bares con Olga Castreno la eterna manager de Calamaro. 

He estado muchas veces en San Sebastián. De turismo alguna y la mayoría a ver conciertos. Siempre recuerdo cuando estuve en el 99 con mi amigo Luzu. También estaba Cisco Fran y mis incondicionales Antonio y Manolo. Hace ya de eso dieciséis años. 

Hace un tiempo magnifico y nos vamos caminando hacia Illumbe. Poco a poco empiezan a cruzarse rostros conocidos. Saludo y felicito al gran Luis BP por sus fantásticas grabaciones de Barcelona y Madrid que tan felices nos hacen. 


La mejor definición de toda esta locura se la he escuchado a mi amigo Manolo. La eterna pregunta que te hace todo el mundo ¿Pero que te da Bob Dylan? Manuel Díaz contestó un día que le bastaba con verlo ahí, en el escenario. Y es cierto también para mí. En esta gira se están gastando millones de palabras en comentar la rigidez del set list, si merece la penan hacerse una gira así, si seria genial que cambiara e hiciera un set de festival (habría que ver que significa y que canciones son un set de festival). A mí me basta con ver salir a Dylan al escenario con un traje. Me basta, me reconforta y doy por bien empleado mi dinero. Si hiciera Sad-Eyed Lady of the Lowlands seria la hostia, y si volviera Freddy Koella a la banda me moriría. Pero vengo a ver a Dylan. A cruzar mi mirada con la suya con suerte. A verle andar, tocar la armónica, saludar. Creo que nunca dejare de venir a verlo mientras él pueda girar. Haga lo que haga y toque lo que toque. Son demasiadas sensaciones las que arranca de mi donde no toca nadie. Y momentos como los de hace un día cuando empezó a cantar… “Up in the mornin’, out on the job, Work like the devil for my pay…” solo me los ha hecho sentir Bob Dylan. ¿Y cuál es el precio de la felicidad? ¿Se compra por porciones? ¿Al peso? ¿Con qué medida se mide? Yo solo sé que no es sexo, pero después de ello y de un beso de Helena viene esto. Súmenle amigos inigualables. Antonio, Manolo, Kuratti, Ponce, Placer, De Besa, Hanibal, Cisco Fran, Robert Sterner… El día que deje de girar sí que dará igual el set list y la banda. Y nos meteremos en casa a ver el baloncesto porque no habrá nada que nos roce el alma ni parecido, y nos pondremos las grabaciones de Luis BP o de quien sean mientras alguna lágrima se escapará en silencio.




Pero estábamos a la puerta de una puta plaza de toros que como dijo un Calamaro cada vez más volado y parodia de sí mismo, va a volver a funcionar como tal en un mes. Toma peneuve euskaldun. Calamaro lleva un tiempo moviéndose por la frágil línea entre lo patético y lo sublime. La primera parte de su actuación fue más de lo primero, las últimas dos canciones de lo segundo.

El bar y la salida pillan muy cerca de nuestra ubicación en primera fila y los minis-cachis van y vienen con alegría. Tengo a mi lado algunas de las mejores personas que conozco. De mis mejores amigos, que lo son aparte de la militancia dylanita. Por eso están conmigo, por eso somos. Porque puedo estar con ellos en cualquier lugar y circunstancia y siempre responden, y siempre se saben comportar, y siempre estamos a gusto. Kuratti a mi lado, Sanders un poco más alla, Manolo detrás, Iriarte un poco más atrás… Estoy con quien quiero aunque echo de menos a Ponce, a Hanibal y a De Besa.

Dylan sale puntual como siempre y arranca con Things Have Changed. Si. Una vez más. Y vuelvo a la explicación de antes. Yo prefiero este set rígido que he visto 5 o 6 noches a ver y escuchar canciones que he escuchado cuarenta veces. Un set de canciones del siglo XXI era un sueño para cualquier fan. Recuerdo que en Valladolid 2006 toco solo canciones de los 60. ¿No es riesgo y valentía tocar las nuevas? ¿Son malos los últimos discos? Firmaba un set de canciones antiguas si no las hubiera escuchado nunca, pero Dylan no va a cantar Sad-Eyed Lady… como he dicho antes o Changing of the Guards. A sí que prefiero que toque Early Roman Kings con maracas y todo.
Como están viendo esto no es una crónica al uso, pero si voy a hacer mención del momento de la noche. De ese momento que Kuratti imaginó siete horas antes en un bar de carretera. Quizás el señor vio que estábamos cansados, que estábamos lejos de nuestras niñas pequeñitas, que llevábamos muchos kilómetros. El caso es por un rato se fueron todos nuestro problemas y las lagrimas de felicidad afloraron al terminar la sentidísima y arriesgada interpretación de  "That Lucky Old Sun". La estrella de la noche brilló como no creo que pueda volver a brillar en el tour. Dylan entono como la canta en el disco, subiendo y bajando agudos que nos pusieron el vello de punta, y la emoción entre la garganta y el corazón. Dylan puso el ahora donde solo lo sabe poner él y nos traslado al infinito haciéndonos inmortales en tres minutos para el resto de nuestras vidas. Un aullido de éxtasis salido del recinto al acabar la interpretación mientras mis amigos y yo nos abrazábamos con fuerza. Son momentos en los que te ves desnudo y sin prejuicios consciente de haber vivido algo único e irrepetible. Nos fuimos al descanso en una nube y esa interpretación me dio el arreon que me faltaba para que una gorra de la gira acabase en mi cabeza.
El concierto discurrió en la perfección orquestal de la gira, solo soliviantado en los bises por la molestia y verborrea de un público que no supo apreciarlos entre móviles y adivinanzas de que canción tocaba. No era tan difícil adivinar Blowin…


A la salida me despedí del gran  Iñaki Aguirrezabal mítico dylanita semi-retirado que dice que ya no sale de Euskal Herria ni para ver a ver a Bob. Reagrupamos a Placer y compañía y fuimos enfilando comentando el show hacia Amara. Nos despedimos hasta otra de amigos que solo vemos en estas ocasiones y que por tanto podemos estar años sin ver, y nos dejamos sablear en un bar por cuatro cañas y unas mini hamburguesas. Porque Donosti mucho vasco con pendiente, pero unos precios de Abu Dabi.
 
Con la abeja Amaya. (muy sala)
Bob Dylan toco ayer en Francia en un festival y ya no estábamos nosotros. Cambio el set list como muchos le pedían de arriba abajo. No cambio el show de Sanse por el de ayer en Francia. No es pose. Ya he visto muchos Dont think twice y Ill be Your Babe To Night. Pero solo una vez en la vida he visto Lucky Old Sun. Si fuera otro Dylanita de estos que abundan que solo juegan a tenerla más larga que los demás, rezaría para que no la tocara más y la experiencia única fuera solo para mí y los que allí estuvimos.  Pero como no lo soy espero vivir para repetir otra vez ese momento, y compartirlo con ustedes si seguimos coincidiendo en la carretera, Que así sea.
 
And his Band...

10.7.15

De gira (1)






Es la primera vez en 20 exactos años que estando Bob Dylan por España, no me cojo vacaciones y me lanzo detrás de su autocar por pabellones deportivos, plazas de toros o recintos surrealistas cerrados con contenedores de barco. No me puedo quejar porque aun así arañare tres muescas en forma de entradas para ver la mayoría de los conciertos de esta gira. Entra Cisco Fran al bar y la gente le aplaude. Yo siento reverencia por Cisco Fran, quizás porque me abrió su casa sin conocerme precisamente hace 20 años ahora, en aquella primera gira que hice en el 95. El caso es que no soy el único que muestra respeto a Cisco. Kuratti y Marcos Placer también reciben con aplausos al mítico Dylanita, músico, profesor y sobre todo gran persona. 

Viajo con Alejandro García desde la estación de Avda. de América. Con Alejandro García me entiendo casi sin mirarme, sin hablar. En el medio este español nos aguardan Antonio Iriarte y Manuel Díaz. Si toda religión tiene un papa la del dylanismo español tiene a Iriarte por sumo pontífice y así se lo recuerdan en bares donde la gente le reconoce. Iriarte entre tímido y discreto asiente al besamanos de cada show con exquisita educación para lo que soporta.  Díaz Echeguren, que siempre jugó a pasar inadvertido, disfruta de su anonimato siendo el español que más shows ha visto a Bob Dylan en España de lejos y uno de los que más del mundo. 

Disfrutamos de un Dylan diferente al que veníamos conociendo de tantos años. De un Dylan que cada vez más cerca del Swing y de las baladas entonadas con dinamita y terciopelo en cada silaba. De un pianista esta vez sí, excepcional y de una presencia física sin igual en el mundo del show-bussines actual. Alguien con ese halo de honestidad y verdad que morirá con él cuando se vaya, y nunca más se podrá disfrutar en nadie. Bajo tranquilamente las escaleras del pabellón de Zaragoza y compruebo con pavor la altura desde la que salté desde la grada al parquet en 1995 y 1999. Es de agradecer las entradas numeradas esta noche porque te permiten pasar del telonero, y sobre todo llegar a tu asiento sin tener que volar dos metros antes de esprintar hasta la valla.

Sopla el viento a la salida y nos encaminamos a viajar a mi ciudad de vuelta charlando sobre el show y adelantando a camiones de doce ruedas. En un día Toni Kuratti se montara en mi coche para ir a buscar más canciones en un país del norte. Para tomar la comunión conmigo y beber del cáliz que nos mantiene jóvenes, salvajes y vivos. Para pasarme el vaso que nos hace creernos especiales y creer a pies juntillas con fanatismo armónico en quien creímos más que a nuestro padre. En quien aceptamos todo como jamás antes ni después admitimos y admitiremos a nadie más. 

Tenía un profesor en la facultad que siempre que le pedían un artículo sobre el siglo XIX colaba el mismo y se justificaba con lo poco que le pagaban por ello. Bob Dylan podría intentar colarnos el mismo show todas las noches y sería mucho más agasajado y popular de lo que lo está siendo en esta gira. Aunque es una vieja querella, uno no se resiste a echarle un vistazo a las crónicas sabiendo de sobra lo mal que le van a sentar a su salud. Veinte años después se sigue poniendo por escrito que Dylan no saluda, que Dylan no se hace fotos y que Dylan no canta las canciones como en sus discos. En veinte años han llegado los teléfonos móviles, los televisores de plasma, los coches eléctricos… pero el periodismo musical español cuando de Dylan se trata, parece que sigue viendo un partido de baloncesto que se juega con un balón Voit. Además tiene sus propios trolls. Enfants terribles de 70 años que no perdonan que Dylan jamás les concediera una entrevista o se hiciera una foto con ellos. Julián Ruíz da más pena que vergüenza ajena encarnando al abuelito chocho que se caga en la cama para joder y demostrar que sigue siendo una salvaje. Afortunadamente Fernando Navarro y Alberto Bravo escriben cosas que saben que son ciertas y las ponen en sus periódicos.

La carretera nos lo dio todo. Okies que vagan tras entradas y algo de amistad que no encontraron en sus lugares de origen o que perdieron cuando se agotó la paciencia de sus mujeres. Sangre en sus márgenes que se cobro la vida de algún mártir. Billetes de avión, cerveza belga, rubias alemanas, pintas en Victoria, puentes en el Sena. Y noches de otro tiempo que ahora son tesoros emocionales aunque estén al alcance de todo el mundo. De otro tiempo que tampoco es mejor que este, porque esta gira de crooner se recordara como algo único cuando todo acabe y pasen también a ser fortuna sentimental de tipos que compartirán un trago largo discerniendo si el Simple Twist de she was born in Spain fue solo en Madrid o si el traje de las espadas fue en 2012 o 2015.