Bueno otra
vez ha llegado la mañana, otra vez a trabajar, currando como un perro por unos
cuartos. Y le viejo sol sigue sin preocupaciones brillando y girando todo el
día. … Enséñame el río, ayúdame a cruzarlo. Lávame,
llévate mis problemas. Y como ese sol, sólo déjame estar, sin preocuparme, brillando todo el día.
En el
Dylanismo español existe un Ptolomeo que gestiona una colección parecida a la
de la biblioteca de Alejandría para los fans. Se llama Marcos Placer y es el
poseedor de la mayor colección de conciertos de Dylan en España seguro, casi
seguro que en Europa y quizás incluso que supere a los coleccionistas de USA.
Marcos es un tipo generoso al que solo tienes que insinuarle la fecha del
concierto que quieras para que te la ponga en casa sin cobrar gastos, cds,
tiempo ni sellos. Eso sí, el te dirá que lo que le pides es muy difícil, y que
no circula primero. Luego que circula pero entre los cuatro bedeles de la
biblioteca de Alejandría como él. Después de eso te dirá, “venga que le vamos a
hacer, a ver qué voy a hacer contigo” y te los mandara. Él te hace sentir
elegido y especial. Te dice que porque eres tú y te hace jurar en arameo que
NUNCA NUNCA pasarás ese material a nadie. Pero todos sabemos que aunque fueras
un recien llegado a la causa o un desconocido y le pidieras un show a Marcos Placer,
él haría lo posible por conseguírtelo y ponerlo en tu casa sin cobrarte nada. (Bueno
si es una verdadera fecha rara, quizás no te la pase si no le conoces de nada)
Recojo a
Tony Kuratti en Atocha y no recojo a Luis Sotillos en Atocha porque a pesar de
que me hace mover Roma con Santiago la tarde y la noche anterior, ahora parece
que no viene. Le habíamos conseguido una cama para esa noche en Donosti y una
entrada de 86 euros por la patilla pero parece que Luis ha descubierto que si
te acuestas a las tantas de la noche probablemente tengas mucho sueño por la
mañana y te cueste levantarte. Y no sé porque razón, Luis mezcla su sueño con
mi viaje a San Sebastián al que se apunta solo y se baja solo después de ponérselo
en bandeja, sin más explicación que su confuso sueño y el dinero que no se iba
a gastar.
Pasadas las
doce decidimos parar a tomar una coca y estirar las piernas. La entrada en un
suculento bar de carretera hace que convirtamos una simple parada técnica en un
Brunch por todo lo alto. Tortilla, torreznos y morcilla de Burgos van
apareciendo delante de nosotros que vamos improvisando a medida que comemos con
los ojos. Después de un desayuno que parece una comida le cuento a Kuratti mi
deseo de ser vegano, con dos cojones. Empezamos a pensar en el show al que vamos y a hablar de
las sensaciones cuando Kuratti me comenta en el bar que quizás el cambio oscile
en la canción nueva que interpreta al borde del descanso, y que con suerte quizás
pudiéramos ver "That Lucky Old Sun".
El paisaje
se torna verde y mi Hyundai accent viejito se porta como un campeón. Decidimos
entrar por la autopista que no es de peaje y el navegador no engaña a estos
viejos zorros. Seguimos el curso del Urumea y aparcamos en el Gross cerca de
las tres. Cruzamos el puente y entramos en el casco viejo, previa miradas y
comentarios al uso al María Cristina. “Soy Amparito Larrea” nos dice la patrona
mientas sus manos se deslizan sin ningún pudor por mi pecho, mis hombros, mi
cara… Logramos zafarnos de Amparitxu con más dificultad que Futre de Górriz y
ponemos el pie en la parte vieja con Sanders y Sol que nos esperaban.
Comer en SS
de pintxos es una tradición y un sablazo para los que pagar 10 euros por un
pincho nos parece caro, pero 90 por una entrada nos parece barato. Pasamos el
rato entre sidras y risas, recontando a los amigos y a los enemigos que nos
vamos a encontrar esta noche aquí. Coincidimos en varios bares con Olga
Castreno la eterna manager de Calamaro.
He estado
muchas veces en San Sebastián. De turismo alguna y la mayoría a ver conciertos.
Siempre recuerdo cuando estuve en el 99 con mi amigo Luzu. También estaba Cisco
Fran y mis incondicionales Antonio y Manolo. Hace ya de eso dieciséis años.
Hace un tiempo
magnifico y nos vamos caminando hacia Illumbe. Poco a poco empiezan a
cruzarse rostros conocidos. Saludo y felicito al gran Luis BP por sus fantásticas
grabaciones de Barcelona y Madrid que tan felices nos hacen.
La mejor
definición de toda esta locura se la he escuchado a mi amigo Manolo. La eterna
pregunta que te hace todo el mundo ¿Pero que te da Bob Dylan? Manuel Díaz
contestó un día que le bastaba con verlo ahí, en el escenario. Y es cierto también
para mí. En esta gira se están gastando millones de palabras en comentar la
rigidez del set list, si merece la penan hacerse una gira así, si seria genial
que cambiara e hiciera un set de festival (habría que ver que significa y que
canciones son un set de festival). A mí me basta con ver salir a Dylan al
escenario con un traje. Me basta, me reconforta y doy por bien empleado mi
dinero. Si hiciera Sad-Eyed Lady of the Lowlands seria la hostia, y si volviera
Freddy Koella a la banda me moriría. Pero vengo a ver a Dylan. A cruzar mi
mirada con la suya con suerte. A verle andar, tocar la armónica, saludar. Creo
que nunca dejare de venir a verlo mientras él pueda girar. Haga lo que haga y
toque lo que toque. Son demasiadas sensaciones las que arranca de mi donde
no toca nadie. Y momentos como los de hace un día cuando empezó a cantar… “Up
in the mornin’, out on the job, Work like the devil for my pay…” solo me los ha
hecho sentir Bob Dylan. ¿Y
cuál es el precio de la felicidad? ¿Se compra por porciones? ¿Al peso? ¿Con qué
medida se mide? Yo solo sé que no es sexo, pero después de ello y de un beso de
Helena viene esto. Súmenle amigos inigualables. Antonio, Manolo, Kuratti,
Ponce, Placer, De Besa, Hanibal, Cisco Fran, Robert Sterner… El día que deje de girar sí que dará
igual el set list y la banda. Y nos meteremos en casa a ver el baloncesto
porque no habrá nada que nos roce el alma ni parecido, y nos pondremos las
grabaciones de Luis BP o de quien sean mientras alguna lágrima se escapará en
silencio.
Pero estábamos
a la puerta de una puta plaza de toros que como dijo un Calamaro cada vez más
volado y parodia de sí mismo, va a volver a funcionar como tal en un mes. Toma
peneuve euskaldun. Calamaro lleva un tiempo moviéndose por la frágil línea entre
lo patético y lo sublime. La primera parte de su actuación fue más de lo
primero, las últimas dos canciones de lo segundo.
El bar y la
salida pillan muy cerca de nuestra ubicación en primera fila y los minis-cachis
van y vienen con alegría. Tengo a mi lado algunas de las mejores personas que
conozco. De mis mejores amigos, que lo son aparte de la militancia dylanita.
Por eso están conmigo, por eso somos. Porque puedo estar con ellos en cualquier
lugar y circunstancia y siempre responden, y siempre se saben comportar, y
siempre estamos a gusto. Kuratti a mi lado, Sanders un poco más alla, Manolo detrás,
Iriarte un poco más atrás… Estoy con quien quiero aunque echo de menos a Ponce, a Hanibal y a De Besa.
Dylan sale
puntual como siempre y arranca con Things Have Changed. Si. Una vez más. Y
vuelvo a la explicación de antes. Yo prefiero este set rígido que he visto 5 o
6 noches a ver y escuchar canciones que he escuchado cuarenta veces. Un set de
canciones del siglo XXI era un sueño para cualquier fan. Recuerdo que en
Valladolid 2006 toco solo canciones de los 60. ¿No es riesgo y valentía tocar
las nuevas? ¿Son malos los últimos discos? Firmaba un set de canciones antiguas
si no las hubiera escuchado nunca, pero Dylan no va a cantar Sad-Eyed Lady…
como he dicho antes o Changing of the Guards. A sí que prefiero que toque Early
Roman Kings con maracas y todo.
Como están viendo
esto no es una crónica al uso, pero si voy a hacer mención del momento de la
noche. De ese momento que Kuratti imaginó siete horas antes en un bar de carretera.
Quizás el señor vio que estábamos cansados, que estábamos lejos de nuestras
niñas pequeñitas, que llevábamos muchos kilómetros. El caso es por un rato se
fueron todos nuestro problemas y las lagrimas de felicidad afloraron al
terminar la sentidísima y arriesgada interpretación de "That Lucky Old Sun". La estrella de
la noche brilló como no creo que pueda volver a brillar en el tour. Dylan
entono como la canta en el disco, subiendo y bajando agudos que nos pusieron el
vello de punta, y la emoción entre la garganta y el corazón. Dylan puso el ahora donde solo lo sabe poner él y nos traslado al infinito haciéndonos inmortales
en tres minutos para el resto de nuestras vidas. Un aullido de éxtasis salido
del recinto al acabar la interpretación mientras mis amigos y yo nos abrazábamos
con fuerza. Son momentos en los que te ves desnudo y sin prejuicios consciente
de haber vivido algo único e irrepetible. Nos fuimos al descanso en una nube y
esa interpretación me dio el arreon que me faltaba para que una gorra de la
gira acabase en mi cabeza.
El concierto
discurrió en la perfección orquestal de la gira, solo soliviantado en los bises
por la molestia y verborrea de un público que no supo apreciarlos entre móviles
y adivinanzas de que canción tocaba. No era tan difícil adivinar Blowin…
A la salida
me despedí del gran Iñaki Aguirrezabal mítico
dylanita semi-retirado que dice que ya no sale de Euskal Herria ni para ver a
ver a Bob. Reagrupamos a Placer y compañía y fuimos enfilando comentando el
show hacia Amara. Nos despedimos hasta otra de amigos que solo vemos en estas
ocasiones y que por tanto podemos estar años sin ver, y nos dejamos sablear en
un bar por cuatro cañas y unas mini hamburguesas. Porque Donosti mucho vasco
con pendiente, pero unos precios de Abu Dabi.
Bob Dylan
toco ayer en Francia en un festival y ya no estábamos nosotros. Cambio el set
list como muchos le pedían de arriba abajo. No cambio el show de Sanse por el
de ayer en Francia. No es pose. Ya he visto muchos Dont think twice y
Ill be Your Babe To Night. Pero solo una vez en la vida he visto Lucky Old Sun. Si fuera otro
Dylanita de estos que abundan que solo juegan a tenerla más larga que los demás,
rezaría para que no la tocara más y la experiencia única fuera solo para mí y
los que allí estuvimos. Pero como no lo
soy espero vivir para repetir otra vez ese momento, y compartirlo con ustedes
si seguimos coincidiendo en la carretera, Que así sea.