2.7.07



Desde hace mucho tiempo no intento calificar o pensar en moralmente decentes o indecentes las cosas que hacemos o nos pasan. Es la interpretación de estos la que se basa en antecedentes morales ocultos o visibles. No existe carga moral que nos pueda atormentar o lastrar en base a fenómenos de nuestra plena conciencia. La única moralidad justificable es la que se desarrolla en el grupo social al que pertenecemos, si excluimos este grupo ¿ante quien hay que justificarse? La libertad negada en base al pesimismo schopenhaueriano seria una buena forma de armazón si no se estuviera vivo, sino se respirara. Es la voluntad la que impulsa de diversas formas al hombre instándole a seguir viviendo frente a la sabiduría de la finitud y caducidad de todo lo existente. Frente al cómodo respirar el aire podrido de la complacencia, de la admisión en el club de lo posible y necesario. Y si…. Todos nos agarramos a mentiras, a creencias para hacernos el paso llevadero. Más en lo esencial y vital, no permitan mis vicios que me rinda y me cojan vivo. Los sueños, las creencias funcionan como impulso vital incuestionable. La llegada al sueño apolíneo y complaciente, no es cosa que conforme a los posteadores de esta república en lo que los conozco. Hombres y mujeres capaces de tirar la casa por la ventana y empezar de cero. Las creencias son ficciones, pero ficciones que tienen efectos. ¿Cómo una nada puede tener efectos? Porque detrás de las ficciones está la fuerza, el poder, que utiliza las creencias para sus propios fines. No lo lean como una critica al modo Nietzscheano. No hay ningún sentido predeterminado de la existencia y si crees que lo tienes, quémalo. El desarrollo de un espíritu libre no será impedido, por la estructura social vigente, por el futuro que tú imaginas. Mi mundo es más poderoso que esas puertas infranqueables que imaginas. El miedo no puede sujetar lo diverso. La raíz de nuestro impulso al conocimiento reside en nuestras pasiones y, lo que es más, en nuestras pasiones más bajas, ruines y mezquinas. Por eso no se trata de la pretensión imposible de eliminar las pasiones, sino de fomentar tan sólo aquellas que nos impulsan al crecimiento y nos mejoran, y que crees un pensamiento cuya pasión originaria ya no sea el miedo, sino su contrario, el valor. El valor de no estar atado a ningún credo determinado, ni limitado por una sola pasión. El único poder posible consiste en una voluntad que goza de la fuerza de la autodeterminación, de autarquía o autosuficiencia, en una libertad de la voluntad que se niega a estar atada por las cadenas de ninguna creencia o certeza. Así, en la propia ilusión indeterminada, tan cambiante como la vida, es donde se puede alcanzar la libertad. No hablo de religiones ni de ideologías. Sin miedo ni esperanza. Intuición y voluntad. No me perdones la vida que me da igual.





Mis alas están listas para el vuelo
de buen grado regresaría
pues de seguir siendo también tiempo vivo
poca dicha tendría.

Walter Benjamin

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