24.10.11

El Chenel

Antes de hacerme (no me gusta decir anti-taurino) animalista, fui taurino. Antes de que me dejaran de gustar los toros, gustaba de cierta clase de evoluciones en la arena de un redondel. Antes de asociarme a una protectora, era socio del talento de Antonio Chenel, Antoñete (él y Joselito, los únicos). No sé qué definición tendría (a parte de “el más grande”) para Marcial Lalanda, aquello de “se ve que eres madrileño”. Si entendí desde siempre el calificativo de “Torero de Madrid” para el Chenel. Torero de sobriedad y clase, de conceptos definidos y ejecución perfecta, de ortodoxia y plasticidad, de dominio de un repertorio. Súmenle lo fetén de ser de Ventas con ese aroma cuasi republicano de cuando aquello eran casas bajas al final de la calle Alcalá, y las partidas de cartas con el Fary (Dios le guarde) subiendo hacia el Carmen dejando fotos rubricadas en toda taberna desde La Cruz a Manuel Becerra. Eso, la bohemia roja y no tener nunca un no para nadie, era ser el torero de Madrid para Antonio Chenel Antoñete.

Chenel torero de la movida al que le cantan los cantautores chelis. Chenel pasando de acompañar carteles a ser su cabeza. Chenel que se arruina y reaparece, y se hace rico y se corta la coleta, y se vuelve a arruinar del bingo a la plaza y de la plaza al bingo, dos paquetes de ducados pal pecho por el camino. Chenel faena al toro blanco que le convierte en mito. Chenel girón de luna de plata por bandera que se pliega ahora, y era una forma de entender el toreo. Porque no hay que estar tan expuesto, si se sabe convertir el estaquillador en una varita mágica, si no se pierde el sitio, si con un solo quite se crea una sinfonía. Chenel que te vas y definitivamente yo me corto la coleta y no se vuelve a hablar más de toros en esta casa.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pareeee, sigue escribiendo de toros que sólo te gana Vidal!!!!

K.

V dijo...

Hay Vidal pare. No llevo yo tiempo buscando las cronicas del país que una vez tuve entre las manos y no compré.
Por supuesto que este post esta brindao a usted desde el tendido de sol y dandome igual como caiga la montera.