6.10.12

No sé cuándo nos volveremos a ver, pero les aseguro que esta noche les daremos todo lo que tenemos



Haber estado en el teatro Avenida en los años veinte, viendo a Carlos Gardel tuvo que ser una experiencia sobrecogedora. Un lujo también seria ser cliente del Moulin Rouge en los cuarenta y ver cantar a Édith Piaf. Tampoco debió estar mal cenar en International de Las Vegas coincidiendo con la estancia de Elvis Presley. Pero oiga, respirar ayer el mismo aire que Leonard Cohen en el palacio de los deportes de Madrid será un recuerdo que me acompañará hasta que me muera.

Es imposible dar más y mejor que lo visto anoche entre Goya y Jorge Juan, y ya era difícil superar la entrega y emoción dejadas allí hace tres años. Cohen se ha relajado más cantando, parece disfrutar del escenario como no lo ha hecho nunca en su carrera y lo hace improvisando giros y fraseos nuevos en las estrofas. No pierde sin embargo  la concentración, esa capacidad de vivir dentro de las canciones como si Dios le estuviera poniendo la mano en la frente cuando canta Hallelujah, Famous blue raincoat, o So long Marianne. Incluso en esta última es capaz de parecer que se está despidiendo de su amante en el puerto de Hydra, y regresar a Madrid a agradecer al público que cante el estribillo.  

No abusa Cohen de las nuevas canciones de Old Ideas. Ese disco que SÍ es una obra maestra. No se empeña en hacerlas escuchar cuando quizás sea la última vez que pase por la ciudad, como él mismo dijo. No deja que estos temas le roben espacio a ningún clásico, que sí es seguro muchos vieron ayer por vez primera.

Lo visto anoche durante casi cuatro horas hace que te cuestiones el dinero que pagas por ver otros espectáculos, ahora que cualquiera pone sillas en el suelo del palacio desde que Cohen las puso en Madrid en el 2009. No puede valer lo mismo ver la convulsión de emociones creada ayer, que ver a pájaros cantando naderías y repitiendo bromas sin gracia. Compensa con creces cuando acaba, haber pagado tan carísimas entradas cuando ves el espectáculo. No es caro ver a Leonard Cohen, hay que decirlo. No es caro en absoluto y se podrá tener ese dinero o no y querer pagarlo o no, pero es de sobra recompensado cuando termina.

El sonido de la orquesta es perfecto, susurrante y preciso. Eché de menos a Bob Metzger en la guitarra más por familiaridad con la banda que por resultado, ya que Mitch Watkins cumplió con soltura, e incluso aportó nuevos matices al sonido del grupo metiendo vertiginosos efectos en First we take Manhattan. Un acierto rotundo el violín moldavo de Alex Bublitchi, no solo en tonalidad sino en la construcción de la línea melódica de las canciones y también en los evocadores solos y puentes.  Y las voces siempre tan presentes en la música de Cohen, tan importantes y tan protagonistas. Sail on, sail on… alargaban unos coros que no querías que acabaran en Democracy. Incluso perdonas que Cohen no cante esa joya llamada Alexandra leaving, cuando termina de cantarla y volverte a convencer Sharon Robinson.

Una escala más de rapidez en algunas canciones es otra de las variaciones del Tour anterior. Se aprecia en Take this waltz y en otros temas, y es que la banda parece haberse ahorrado en esta gira  proceso de rodaje alguno. Lo han retomado donde lo dejaron en el 2010. Han cambiado alguna pieza del motor que se había quedado en el camino, pero se han puesto en marcha otra vez, sin dudas ni dosificación alguna. “No sabemos si volveremos, así que vamos a darlo todo” y vaya si lo dieron.

Como todo el mundo sabe, los artistas están encantados de tocar y visitar la europea Barcelona, pero Bruce Springsteen toca más tiempo aquí, y Leonard Cohen estrena canciones en Madrid. The Guests aparecieron ayer sin que nadie los esperara. Algunos abiertos de corazón, los más con el corazón destrozado, pero que bien nos sentó a todos su visita, oiga.

78 años. Casi cuatro horas. Amabilidad desprendiendo sinceridad. Tres bises tres, de dos canciones cada uno como no ha hecho en casi ninguna ciudad europea de este Tour. Autenticidad de la que ya no queda, de la que se esta extinguiendo por segundos en esta época de insidia y mentira. Que alegría para el corazón y para la vida que existan tipos como tú, Leonard Cohen y que estés dispuesto a venir por mi país para hacernos la vida mejor contigo a nuestro lado, y para hacernos de paso mejores personas.




No hay set list en esta gira, pero si no me traigo algo no me quedo tranquilo…

5 comentarios:

R. de B. dijo...

Tocamos el cielo macho, 3 horas 58 min, dicen las Webb Sister que fué un record. Un record es que exista un hombre así en un mundo lleno de sordidez.

Te pongo las palabras con las que me despedí de él:

Thanks for your music.
Thanks for your words.
Thanks for showing me the real meaning of the truth.

Anónimo dijo...

Pues yo no perdono que no cantara Alexandra Leaving, aunque Sharon la bordara. Casi lloro escuchándola, así que no me puedo imaginar lo que me habría entrado si él la canta con ella. El viernes llegué a la conclusión de que es la canción más importante jamás escrita por Cohen y, desde luego, la más trascendente desde que entramos en este siglo de mierda, suya o de cualquiera. Ea.

K.

V dijo...

YoYo estoy todavía en esa nube en la que te quedas cuando has visto algo inigualable. Esa que te duraba una semana cuando veías tus primeros conciertos y que hacia bastante que no sentía. Creo que es el concierto más hermoso que he visto de nunca de Cohen. Creo que es están mejor que los del 2008-9-10, y que además es muy superior a todos los que llevo escuchados de esta gira y han colgado, y comparando set list y duración, me atrevería a apostar que a todos los dados hasta ahora. No quiero comparar con otros mitos que tenemos como os dije a la salida, más que nada porque me pongo de mala leche pensando que si este judío puede, el otro judío podría… si quisiera.

Llevo dos días feliz de la vida, y eso que ando de cabeza y aun no me ha dao tiempo a sentarme en casa. Ahora me voy corriendo a comer con unos amigos.
Yo creo que es el mejor concierto que he visto nunca. Y fijaros que para eso, incluso me ayuda un poco de distancia (relajación) física del escenario. El de Londres y este al estar retirado de la 1ª los viví muy muy a gusto.

R. de B. dijo...

Yo ya le he retirao el Señorr que le digo a Dylan en todos los chous a los que voy. Es un mierdas y un soberbio.
Cohen está hecho de otra pasta. A Bobby le buscaba yo un Roshi que le afeitara la cabeza y las cejas y le diera una cura de humildad.

Bandini dijo...

joder que suerte más grande¡¡¡ yo por mi parte, como dijo el gran Castelao, maldiciendo por haber nacido fuera del mapa.

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