
Otro día les hablare de Vallejo y les recitare “Trilce”, tal vez un jueves en que me ponga los húmeros a la buena. Hoy estoy contento y nervioso porque viene Amedeo Modigliani en febrero y aunque se alojara en el Thyssen con Tita y Solana, querrá salir a tomar algo de ginebra o absenta y no se si llevarle a La Cava o a Chamberí. Ya saben ustedes como son los genios de competitivos y como sabe que también soy amigo de Vicent y que cuando estuvo por aquí, lo saqué por Huertas, no querrá que lo lleve a los mismos bares. Aun recuerdo las que liábamos por el monte parnaso de camino al monte de Marte. Salíamos con Brancussi y a veces Picasso nos dejaba pagados unos tragos por Pigalle. Era por entonces cuando Modi fue adquiriendo ese estilo de retratos a medio camino entre el primer cubismo y las fieras con un aire complaciente a lo Giorgone. Todos aprendían de todos en una época mágica donde Klim y Cézanne escalaban a la vez la escalera infinita que Brancussi levantaba a la eternidad. Luego nos distanciamos un poco por las mujeres. Ya se sabe. Te empiezan dando todo y más y cuando quieres darte cuenta la cuerda solo llega medio metro más allá de ellas. Jeanne Hébuterne es esa mujer que parece salir en todos los cuadros de Modi que nos vienen a la memoria.

Su estancia en Madrid marcara el invierno y la primavera artística en Madrid. Una ciudad que hoy se ha levantado súper triste por que se ha muerto un vejete entrañable que no daba abrazos por la calle, pero que a veces se sentaba al lado de una mesa y escribía cosas como esta.

Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
Bueno pues si quieren cuando venga Modi les llamo y después de ver sus cuadros, nos tomamos unos líquidos y brindamos por todos los que se fueron tendrían que ser eternos. Para celebrar que aunque se fueron nos dejaron cosas que nos hacen ser mejores o ser al menos como somos. O como nos creemos ser cuando leemos y vemos cuadros que han sido pintados para nosotros. Los versos y los cuadros que soñamos cuando vivimos o soñamos.boomp3.com
5 comentarios:
Ángel González habita en los mejores sitios. En breve el porqué...
Qué bonito el post, Valen... y qué idiosincrático. Anda, come conmigo el miércoles que dentro de nada me olvido de las tardes para terminar nuestra carrera.
hecho
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