28.7.14

Níke tes Samothrákes

Me escriben en tu nombre y hago caso. Me escriben pidiéndome dinero y se lo doy. No era dinero para pagarte el viaje de vuelta a casa, que sería lo justo. Lo pedían para ponerte guapa y que siguieras donde estabas. Dando gusto y sensaciones a la Europa blanca. Dando tremolo y réditos en merchandaising a tus raptores. Confieso que yo también he aportado. Que he puesto en esa cuenta parte de mi sueldo. Porque por encima de todas las cosas te quiero. Te amo desde la primera vez que vi tu foto. Me volví loco cuando te conocí de verdad al fondo del todo, solitaria y lejos de tu paisana Venus que por lo menos está acompañada. Tú egregia y magna allí en la Daru. Reinando en todo el Louvre, Samotracia extraña que San Pablo admiró. 

Me dicen que han repuesto plumas de tus alas, que vaya a verte, que con mi dinero han visto que un día fuiste azul. No he visto azul más puro que el Egeo, ese que veo cuando miro los ojos de Helena. Aquí en esta hoja a la derecha, se pide que te dejen volver, que sois griegos tú y tus compañeros, secuestrados en Londres, Berlín y Paris. Que apesar de la pobreza y de la pena, tus compatriotas os han hecho una casa a sol y fuego.  Una casa que os espera cuanto lo quieran demorar. Quizás deberíamos vaciar los museos, dejarte allí sola, negarnos a verte. Ni consumidores, ni turistas ni mecenas. Amantes perennes de tu magnitud.

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