17.11.10

Sweet Luis


Cárcavas de la desidia


Hace mucho que no escribo de arte y no sé si voy a ser capaz, pero necesito hacerlo como comer, respirar y no sé cuántos tópicos más. Necesito hacerlo porque el domingo fui a ver las dos últimas obras que ha creado Luis Sotillos.



Luis, rata ciudadana y callejera con las mejores y más provechosas horas de biblioteca que nunca vi. Mientras los demás se empollaban el guión de la asignatura de turno con diapositivas y bibliografía asignada, sin saltarse una coma del guión, él se enrollaba con Gramsci o con Vattimo, porque el Arte había que entenderlo como Acción de la vida, que decía Joseph Beuys. Al fin y al cabo, Luis, como artista más que teórico del arte, siempre ha sido eso: un científico social que sabe cual es el motor de la historia. Porque la creación tiene que ser siempre de vanguardia y tirón hacia delante, hacia la rotura de la soga, la libertad y la emancipación, aún a costa del dolor y el sufrimiento propio, pus que se destila a raudales en esas obras. La magia consiste en vulcanizar la experiencia en poesía sin parecer demagogo, en, sin dejar de ser profundamente individualista e incluso solitario, saberse proyectar universal.


Las obras están en San Carlos Borromeo. Sí, la mítica parroquia roja en la avenida de Entrevías, esquina con Calero Pita. Fui sin ninguna pretensión ni expectativa y salí de allí francamente conmovido porque hacía mucho tiempo que no veía arte nuevo cargado de esa potencia y expresividad. La materia que mueve el mundo es protagonista en dos tablas que visitan y superan referencias nietzschenianas, utilizando técnicas totales.



El impacto visual de su poesía requiere larguísimos minutos de asimilación antes de hacerse un hueco en el disco duro de la mente. Luis compone y recompone la tabla “ALOJADOS EN EL PARAÍSO” como un mapamundi táctil de sensaciones llenas de potencia, obscena en unos puntos, inocua en otros. Violencia ante la que no hay refugio posible, sino riesgo y vértigo hacia los huecos que sugieren algo detrás del primer plano que nos muestra la obra. Podríamos hablar de profundidad o de tercera dimensión en expresiones caducas. Derrida ya habló de Deconstrucción cuando los compradores compulsivos de dinero en arte se apuntaban a la cola para comer en El Bulli.


Magia que atraviesa el fuego que apenas se puede vislumbrar en las malas fotos que les pongo de testimonio totalmente injusto con la instalación. Por eso les retaría a quemarse si están en Madrid, van a pasar o quieren acercarse a verlas. Porque poco puede tener que ver una película porno con hacer el amor, poco o nada tienen que ver una novela de aventuras con un naufragio y vivir no se puede contar en una crítica si uno no se deja hipnotizar por la obra de arte.



ALOJADOS EN EL PARAÍSO

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