19.6.10

La pinza

Hubo un tiempo en el que Izquierda Unida empezó a dar miedo.

Los que llevan el timón empezaron a hacer cuentas, y los número que salían se volvían poco a poco rojos.
Con 2.700.000 votos en las generales de 1996, porcentajes de infarto en elecciones europeas, un crecimiento del voto constante, un electorado más fiel que el del resto y el coordinador siendo el político más valorado de España, sólo un sistema electoral (ó 17 sistemas) creado “ad hoc” para machacar a la izquierda y la escasa implantación en el medio rural (muy sobrerepresentado) le negaba a IU un suelo de 30 diputados y un techo muy por encima.El crecimiento de IU y del PP a costa del PSOE daba paso a un panorama nuevo desde la reconquista de las elecciones: Se acababa la época de cómodos gobiernos monocolor.

Y se hacía visible un escenario donde la única posibilidad de mayoría estable fuera PSOE + PP o PSOE + IU. Ambas potencialmente explosivas para el sistema tal cual había sido concebido.

La primera evidenciaría la concurrencia en todo lo fundamental del PP y el PSOE y daría alas a IU. La segunda le permitiría ejecutar aunque fuera en parte su programa, y probablemente le daría también una relevancia muy incómoda.

Con su constante crecimiento el sistema ideado para marginar a la izquierda tenía el riesgo de volverse a su favor y consolidar su ascenso si llegaba a optar a la segunda posición.

El programa de IU esta lejos de ser revolucionario, ni siquiera radicalmente socialdemócrata, pero tiene una conexión fuerte con los movimientos sociales y contiene en su interior al odiado PCE.

El escenario de “ministros comunistas”, el espantajo del tradofranquismo y la nunca cerrada transición se volvía a materializar, aunque fuera en un horizonte lejano, después de parecer desvanecerse definitivamente en 1982.

IU era sólo una pequeña piedrecita, pero en el engranaje preciso podía hacer chirriar a la máquina.

Se desata entonces una operación de acoso y derribo contra Izquierda Unida, y muy particularmente contra Julio Anguita.

El desmorone posterior de IU demuestra por un lado el poder del complejo politico-mediatíco-financiero y por otro las debilidades del crecimiento político-electoral de IU sin un crecimiento organizativo parejo.

La punta de lanza de la operación anti IU es la invención de la llamada “pinza”. Una supuesta alianza entre IU (personificada en Julio Anguita, su principal activo electoral) y el PP de José María Aznar para desgastar el PSOE por los “dos flancos” (izquierda y derecha).

Esta “conspiración” inventada al más puro estilo “judeomasónico”, y que entronca por tanto con las mentiras mil veces repetidas durante el franquismo, se apoya en la inflexible denuncia por parte de IU de la corrupción, el terrorismo de Estado y la derechización constante del PSOE.

De poco sirve que se observen las votaciones en el congreso en las que coinciden PP e IU o PP y PSOE (muchas más estas últimas, y en temas de mucho mayor calado) o la inmensa soledad de IU en el congreso en todos los temas clave (Reformas laborales-huelgas generales o entrada de España en la OTAN violando el resultado del referéndum).

El eslogan estaba creado, y sólo había que repetirlo mil veces. Convertido en prejuicio se extiende como un virus.

El éxito es completo, lo que evidencia las profundas carencias que tenía (y tiene) IU en las facetas ideológica y de comunicación; más si se tiene en cuenta como donde más arraiga esta intoxicación es en la propia IU en la que un buen número de notables acaba en el PSOE después de practicar una intensa política de tierra quemada. Es el malinchismo elevado a la enésima potencia.

Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio, la prueba es que hoy en día, una década después, e incluso dentro de IU hay quién sostiene que “la pinza” fue un error o, avergonzado, trata de justificarla.

Ni refundación, ni reafiliación, ni refuerzo ideológico, ni salir a la calle, ni lavado de cara… En Izquierda Unida, o se quitan de encima los complejos que les han inoculado o poco podran avanzar.

Y sí. Decir sin elevar la voz que el PSOE y el PP son lo mismo, y que PRISA, la SER y EL País son desinformación y sectarismo envueltos en la palabra mágica “progresismo”, con el único objetivo de favorecer al partido que mima sus intereses empresariales.

No hay comentarios: