3.11.06

Este blog debería ser un dispensador de tabaco por la noche, cuando no te llamó nadie y la hora del cine se echó encima sin que supieras reaccionar para vestirte y coger un abrigo. Tal vez no debería ser nada. Deberían ser páginas en blanco, o dejar frases sueltas, como esos anuncies de móviles tan sentimentales. “Hola”, “me acuerdo de ti”, “las ganas que tengo de hacérmelo contigo y con un bote de nata, mientras el ejército hebreo vuelve a tomar la franja de Gaza...”. “Las ganas que tengo de que a Emilio Aragón le pillen con un fardo de heroína en Irán”. Debería ser todo más sencillo. Poder coger el coche esta tarde y parar en un pueblo a dormir, desayunar y seguir huyendo a no ver dos veces el mismo sitio. Cada vez que pienso que mi amor fue en vano, una pantera se interpone entre la puerta y yo. No quiero ver más panteras esta noche. No quiero ver nunca más un beso sin la lengua hasta la laringe. Un abrazo que no roce la médula, un amor que no sufra por celos. No me cambio por nada ni por nadie. No quiero más panteras ni más mantis. Este blog es un billete de tren de tercera, puedes ver el bosque si sales al pasillo, en una de las casas que quedaron al lado de la vía hay un chico de ojos taciturnos. Es un chico que mira a los viajeros y no sueña más que las vidas que tendrán los pasajeros. Soy yo quien ve tu tren pasar, a veces me gustaría montarme. Con el frío de esta noche me podrían saltar los ojos. El lento ciempiés de madera avanza y la mente me hace muecas. Te traería la primavera con un algodón dulce si supieras que las teclas son espuma, son ramas de árboles centenarios a punto de morir por la M-30, son estrellas solitarias de tres puntas que iluminan callejones sin comercios. Los trenes se van, salen de la estación, misterio horadando los surcos de mi frente y me rodean el cuerpo y me atan las manos. Cuando te asomas por la ventana, ves pasar las estaciones muertas, no tires tu cigarro encendido, en una de ellas duermo yo. En la estación del viento abrasador que suma los segundos lentos y los años de dos en dos. Ten cuidado, cierra la ventana cuando pases. Está llegando el tren a su destino y ustedes ni se habían dado cuenta. En los muros de la ciudad hay una exposición de conclusiones. En halloween me disfracé de vivo. Salí y me invente una fiesta. La fiesta del viaducto la llame, al llegar me lo pensé mejor, suspendí el party (porque yo nunca fui de halloween) y me metí en un bar de las Vistillas, ese que tiene libros y velas. Soplé la vela. Dos años más, un error menos. Calabazas a la sopa revuelta, trenes a las cocheras.

3 comentarios:

V dijo...

Gracias por vuestro soporte y apoyo.

theoldmermaid dijo...

Últimamente no escribo, ni aquí ni en ningún sitio. Uno de mis trenes se está yendo y me bajé hace poco de él. Espero que otros vengan, sino creo que haré un poco de ejercicio, que tampoco está mal. El problema es cuando una no hace ejercicio hace mucho y se acostumbró a los trenes confortables y mullidos con unos servicios siempre libres para entrar en ellos .
La verdad es que no sé lo que digo...sólo sé que me gusta leerte y que cada día me descubro abriendo este blog para disfrutar de tus palabras. Por favor, no me prives de este pequeño placer.

V dijo...

Muchísimas gracias por las cosas que dices siempre, theoldmermaid. A mi me gusta mucho leerte. Siempre pasaran trenes, a veces hay que cambiar de andén o de estación