Reposo
veraniego por la playa. Si, la playa. Esa expansión de tierra caliente y
pegajosa que parece que sale del mar para joderte la vida. Miles de personas,
de seres humanos sin otra cosa aparente más interesante que hacer y mira que es
difícil. Yo allí con ellos y con mi hija tirados en el suelo y perdiendo la
dignidad. Que la pierda ella que tiene un año y medio vale, que la pierda yo ya
me jode más, y no me sirve de consuelo no ser de los que se levantan a las seis
y media para coger sitio en la arena. Si,
era gratis. No es consuelo.
En aquel
horror de arena y de paseo marítimo me encuentro una joya. Las obras competas de Gil de Biedma. Allí en
un puesto con libros, el estuche con tres tomos de Mondadori con la poesía, el
diario y los ensayos.
Luis cuida
de Frida en nuestra ausencia y le invito a ver los octavos del mundial de
basket. No todos los días te montan un mundial de tu deporte favorito al lado
de tu casa, no todos los días coincides por la calle con el mayor poeta en
activo del baloncesto mundial. (O fuerzas la coincidencia, vale)
Con las
cuatro cositas de ayer a Grecia me doy por satisfecho, aunque espero más. Creo
que van a llegar más lejos y se van a cargar a Brasil. Ahora descubren que quizás
hayan perdido aposta para evitar a España. …Se la vas a dar tú a un serbio en
el baloncesto. Si se zumban a Brasil entraran a jugarse las medallas y aunque
la superioridad apabullante de Gasol e Ibaka es evidente, si yo fuera Orenga no
me gustaría tener a los eslavos del sur en mi camino en una eliminatoria.
Me mimetizo
con los otrora plavi en la cancha y en la calle y la vasca me saluda con tres
dedos y tres besos. Me hablan en serbio y yo les respondo en ingles. En mí ingles…
Me cruzo con
griegos que me chocan la mano y me sonríen y me alegro de haber venido a esta
cosa tan hermosa que es el baloncesto.
Solo los
argentinos rompen la magia del buen ambiente con canticos futboleros que
insultan a Brasil. Los argentinos son como los ingleses, no tienen término
medio. O gente encantadora o aumenticos borregos.
De vuelta a
ver el Argentina-Brasil, el jurado de turno no deja meter una inofensiva
bandera de Estudiantes de la plata a unos argentinos esta vez encantadores. La
lio en la puerta en mi mejor versión tresupuntoceromásdospelotazos y les digo
que la bandera entra por mis cojones. Afortunadamente antes de que venga la
pasma, otro segurata más preparado dice que la bandera es inofensiva y pa
dentro. Los argentinos me idolatran y me empiezan a hablar de Pancho Jansen con
lo que hacemos más comunión aún y unas
fotos. Les saco el carnet del estu (cosa que acabo haciendo con cualquier
excusa y cualquier carnet cada vez que empatizo con la peña y llevo unos líquidos
en el palacio…) y logramos una conexión extraordinaria, aunque en me callo que
en mi interior voy con Brasil porque la prefiero en el cruce con Serbia, claro
que esto no se lo digo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario