1.6.12

Junio

El sistema se desmorona como el dominó. No se desmorona, lo desmoronan y tiran a pasos agigantados. El cambio de era no incluye el estado de bienestar en el futuro, no va a ofrecer educación o sanidad en base a un sistema de redistribución contributiva. Esperanza Aguirre implora ya sin pudor por la desaparición de los sindicatos, dice que “caerán como el muro de Berlín”. Que una autoridad del estado abogue por la desaparición del derecho a la defensa de los trabajadores, y que aquí no pase nada, es signo de a dónde nos dirigimos en estado permanente de shock. Si Hitler hubiera tenido una televisión en cada hogar hubiera triunfado sin despeinarse. Ahora con la Eurocopa por delante todo pasará a un segundo plano, todo tendrá menos importancia que los multimillonarios que declararon las primas del mundial en Sudáfrica para no pagar impuestos en su país.

Paso a paso nos acercamos a Portugal, a Irlanda, a Grecia. Nos remiten los mantras que allí se proclamaban antes de ser intervenidos. En espera de ser ejecutados, nos recuerdan el déficit como si tener sanidad y transporte público fuera un lujo que no nos podemos permitir. Nos recomiendan profundizar en la reforma laboral hacia un mercado de trabajo totalmente desregularizado. Ningún derecho, pacto individual del salario y jornada sin horarios. Está a la vuelta de la esquina, está ya aquí mientras Mourinho mete el dedo en el ojo a Vilanova y gran hermano toca a su fin por este mes.

No tenemos solución posible porque no sabemos lo que somos ni como nos llamamos. No sabemos si somos trabajadores, consumidores, funcionarios, freelances, obreros, habitantes del distrito doce, fans de los Miami Heat, o matarifes de las Ventas. Avanzamos sonámbulos y quien más quien menos mirando para otro lado del miedo que tenemos. Porque nos han dicho que el mundo no es nuestro, que estamos para lo que nos digan pero que nos dejan habitarlo sino hacemos ruido, si salimos a la calle a mover las manitas pero a las doce cada uno a su casa. Sálvese quien pueda y si los curas tienen que pagar el IVI dejaran de financiar a Caritas porque ellos en realidad a lo que se comprometieron es a tratar el alma, no el cuerpo. Ocho por ciento es lo que dan a Caritas, o sea.

La social democracia se queja de que no le dan papeles en la obra, la social democracia no se da cuenta de que está hablando sola y de que la obra se ha trasladado a otro escenario. De que se han ido y han cerrado la puerta por fuera. Que la sociedad se tenga que hacer cargo de las pérdidas de la banca privada y que la misma banca sea la acreedora de estado enteros, es algo que no cuadra. Es socialismo invertido, es socialismo para banqueros. No se levante señorita, no hago más que pasar. Vamos a cumplir todas las exigencias del banco central, esa institución que nos gobierna sin ningún control democrático, siendo testaferro de Goldman Sachs.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Olé!

V dijo...

Se le agradece, oiga.