Haber estado en el teatro Avenida en los años veinte, viendo
a Carlos Gardel tuvo que ser una experiencia sobrecogedora. Un lujo también
seria ser cliente del Moulin Rouge en los cuarenta y ver cantar a Édith Piaf. Tampoco debió estar mal cenar en International
de Las Vegas coincidiendo con la estancia de Elvis Presley. Pero oiga, respirar
ayer el mismo aire que Leonard Cohen en el palacio de los deportes de Madrid
será un recuerdo que me acompañará hasta que me muera.
Es imposible dar más
y mejor que lo visto anoche entre Goya y Jorge Juan, y ya era difícil superar
la entrega y emoción dejadas allí hace tres años. Cohen se ha relajado más cantando,
parece disfrutar del escenario como no lo ha hecho nunca en su carrera y lo
hace improvisando giros y fraseos nuevos en las estrofas. No pierde sin embargo
la concentración, esa capacidad de vivir
dentro de las canciones como si Dios le estuviera poniendo la mano en la frente
cuando canta Hallelujah, Famous blue raincoat, o So long Marianne. Incluso
en esta última es capaz de parecer que se está despidiendo de su amante en el
puerto de Hydra, y regresar a Madrid a agradecer al público que cante el
estribillo.
No abusa Cohen de las nuevas canciones de Old Ideas. Ese
disco que SÍ es una obra maestra. No se empeña en hacerlas escuchar cuando quizás
sea la última vez que pase por la ciudad, como él mismo dijo. No deja que estos
temas le roben espacio a ningún clásico, que sí es seguro muchos vieron ayer
por vez primera.
Lo visto anoche durante casi cuatro horas hace que te
cuestiones el dinero que pagas por ver otros espectáculos, ahora que cualquiera
pone sillas en el suelo del palacio desde que Cohen las puso en Madrid en el
2009. No puede valer lo mismo ver la convulsión de emociones creada ayer, que ver
a pájaros cantando naderías y repitiendo bromas sin gracia. Compensa con creces
cuando acaba, haber pagado tan carísimas entradas cuando ves el espectáculo. No
es caro ver a Leonard Cohen, hay que decirlo. No es caro en absoluto y se podrá
tener ese dinero o no y querer pagarlo o no, pero es de sobra recompensado cuando
termina.
El sonido de la orquesta es perfecto, susurrante y preciso.
Eché de menos a Bob Metzger en la guitarra más por familiaridad con la banda
que por resultado, ya que Mitch Watkins cumplió con soltura, e incluso aportó
nuevos matices al sonido del grupo metiendo vertiginosos efectos en First we
take Manhattan. Un acierto rotundo el violín moldavo de Alex Bublitchi, no solo
en tonalidad sino en la construcción de la línea melódica de las canciones y también
en los evocadores solos y puentes. Y las
voces siempre tan presentes en la música de Cohen, tan importantes y tan
protagonistas. Sail on, sail on… alargaban unos coros que no querías que
acabaran en Democracy. Incluso perdonas que Cohen no cante esa joya llamada Alexandra
leaving, cuando termina de cantarla y volverte a convencer Sharon Robinson.
Una escala más de rapidez en algunas canciones es otra de
las variaciones del Tour anterior. Se aprecia en Take this waltz y en otros temas, y es que la banda parece haberse ahorrado en esta gira proceso de rodaje alguno. Lo han retomado
donde lo dejaron en el 2010. Han cambiado alguna pieza del motor que se había
quedado en el camino, pero se han puesto en marcha otra vez, sin dudas ni dosificación
alguna. “No sabemos si volveremos, así que vamos a darlo todo” y vaya si lo
dieron.
Como todo el mundo sabe, los artistas están encantados de
tocar y visitar la europea Barcelona, pero Bruce Springsteen toca más tiempo
aquí, y Leonard Cohen estrena canciones en Madrid. The Guests aparecieron ayer
sin que nadie los esperara. Algunos abiertos de corazón, los más con el corazón
destrozado, pero que bien nos sentó a todos su visita, oiga.
78 años. Casi cuatro horas. Amabilidad desprendiendo
sinceridad. Tres bises tres, de dos canciones cada uno como no ha hecho en casi
ninguna ciudad europea de este Tour. Autenticidad de la que ya no queda, de la
que se esta extinguiendo por segundos en esta época de insidia y mentira. Que alegría
para el corazón y para la vida que existan tipos como tú, Leonard Cohen y que estés
dispuesto a venir por mi país para hacernos la vida mejor contigo a nuestro
lado, y para hacernos de paso mejores personas.
No hay set list en esta gira, pero si no me traigo algo no
me quedo tranquilo…
5 comentarios:
Tocamos el cielo macho, 3 horas 58 min, dicen las Webb Sister que fué un record. Un record es que exista un hombre así en un mundo lleno de sordidez.
Te pongo las palabras con las que me despedí de él:
Thanks for your music.
Thanks for your words.
Thanks for showing me the real meaning of the truth.
Pues yo no perdono que no cantara Alexandra Leaving, aunque Sharon la bordara. Casi lloro escuchándola, así que no me puedo imaginar lo que me habría entrado si él la canta con ella. El viernes llegué a la conclusión de que es la canción más importante jamás escrita por Cohen y, desde luego, la más trascendente desde que entramos en este siglo de mierda, suya o de cualquiera. Ea.
K.
YoYo estoy todavía en esa nube en la que te quedas cuando has visto algo inigualable. Esa que te duraba una semana cuando veías tus primeros conciertos y que hacia bastante que no sentía. Creo que es el concierto más hermoso que he visto de nunca de Cohen. Creo que es están mejor que los del 2008-9-10, y que además es muy superior a todos los que llevo escuchados de esta gira y han colgado, y comparando set list y duración, me atrevería a apostar que a todos los dados hasta ahora. No quiero comparar con otros mitos que tenemos como os dije a la salida, más que nada porque me pongo de mala leche pensando que si este judío puede, el otro judío podría… si quisiera.
Llevo dos días feliz de la vida, y eso que ando de cabeza y aun no me ha dao tiempo a sentarme en casa. Ahora me voy corriendo a comer con unos amigos.
Yo creo que es el mejor concierto que he visto nunca. Y fijaros que para eso, incluso me ayuda un poco de distancia (relajación) física del escenario. El de Londres y este al estar retirado de la 1ª los viví muy muy a gusto.
Yo ya le he retirao el Señorr que le digo a Dylan en todos los chous a los que voy. Es un mierdas y un soberbio.
Cohen está hecho de otra pasta. A Bobby le buscaba yo un Roshi que le afeitara la cabeza y las cejas y le diera una cura de humildad.
joder que suerte más grande¡¡¡ yo por mi parte, como dijo el gran Castelao, maldiciendo por haber nacido fuera del mapa.
salud
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