13.9.06

existencia pintada

Bueno, voy a hablar un poco de Arte, ahora que ejem, bla bla, bla,…del Arte. Voy a hablar del primero que me puso a los pies de los caballos en un museo. Se llama Antonio López y crece al margen del Arte español de su época y mucho más alejado del Arte que se hace en la Europa artística de la segunda mitad del siglo XX. Pero aun sin conocer la Historia del Arte, la primera vez que vi su obra (ahora tampoco puedo decir que la conozco) reconocí unas formas esencialmente españolas. Se deberá a los paisajes, a los rostros, a los interiores… son el reflejo intimista de los años 60, 70 y 80 en España. ¿Intimista? La pintura de Antonio López nos muestra la misma visión que conocieron los ojos de los que andamos por la treintena, pero su pincel ( pecando de no saber inventar nuevos adjetivos) nos muestra precisamente una interioridad universal. Universalidad al margen de las tradiciones vanguardistas, del pop art, por ejemplo, pero con más modernidad y pervivencia. En esa pervivencia será el único pintor contemporáneo que sueña el recorrido y la vigencia de Velázquez, porque de toda la escuela española es heredero del aire pintado y de las vanitas inquietantes. Como el sevillano del XVII, el pintor de Tomelloso es capaz de hacernos tangibles y presentes realidades que ¿sólo vieron ellos? Su pintura eterna es la culpable de que en 1993 descubriera por primera vez el Arte. El arte por mí mismo, no en una relación de intercambio de frases, de gestos y suntuosidades. El Arte frente a frente sintiendo que una obra te ocupa todo el pensamiento, solo, en una sala que puedes compartir con docenas de personas y miradas. La obra que convierte el tiempo en tiempo y no en una sucesión de cosas que hacer en un esquema de acciones y de gestos.
Sus retratos, de materia pictórica rebosante y poderosos volúmenes, recuerdan; en sus poses y sus gestos, a las fotos de parejas de novios o de abuelos que tenemos en casa. Serenos pero absolutos, vemos la pintura como una ironía ante la habilidad de un dibujo supuestamente rudo en todos sus retratos.
Hay un paisaje precioso de Tomelloso, antes de pintar Madrid, que me recuerda a Edward Hopper. En “Calle de Santa Rosa� no vemos la sinope clara y serena del americano, pero sí la serenidad de una vista en la que nos sentimos en el mismo ángulo de visión de la pintura. Entramos en esa calle manchega y sin embargo vemos una luz española en el cielo (velazqueña) y unos desconchones en las paredes. La baja altura de las casas nos anuncia que esto no es NYC.
Tal como se hablaba de un “realismo mágico� en literatura, también de Antonio López emergió un surrealismo donde nacen figuras creíbles en ambientes imposibles. Espejos muertos y flotantes en interiores inquietantes y atrapadores.
Su forma de trabajar y su vida se pueden ver en la película de Víctor Erice “El Sol De Membrillo�, en ella se nos ofrece la cotidianidad sin artificios que tanto gustan a los artistas de nuestros lares (Antonio Tapies despotricó contra las antológicas en ese lejano ya 93, tal vez porque el vanguardismo de vaso de vino y camisa de rayas fue reconocido masivamente antes que el intelectualismo y la gauche divine del discípulo de Miró). El cuadro va creciendo, superando la pintura a la pintura. Minuciosa. Paciente. Teniendo siempre por objetivo el modelo, y basando en la concentración y la paciencia el objetivo. Masivas también en reconocimiento y en transmisión, sus vistas de Madrid. “Madrid desde Torres Blancas�, sus “Vistas de la Gran Vía� nos retrotraen a sus primeros trabajos callejeros en su pueblo. El pintor se levantaba de madrugada para captar esas horas del amanecer donde la luz es negra, roja y azul en unos minutos. Desde Alcalá, la madrugada madrileña, huérfana aún de trasiego, se mostraba inofensiva y limpia a sus pinceles y así nos consta en su resultado. Serenidad y pintura, hiperrealismo…una manera de detener la vida y de que nosotros la podamos detener cuando vamos a disfrutar su obra.
A veces no sé lo que pretendo con este blog… si revolucionar o detener mi vida…

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